En la mitología griega, los centauros pertenecen a una raza de criaturas
compuestas por una parte humana y una parte equina. En tempranas pinturas de
vasos del Ático se los representa con el torso de ser humano unido, en la zona
de la cintura, a la parte inferior de un caballo (a partir de donde nace el
cuello del equino).
Este híbrido hombre-bestia ha llevado a muchos escritores a tratarlos como seres liminales, apresados entre dos naturalezas, e incorporados a mitos donde se revela tal contradicción, aunque también se los ha interpretado como encarnación de la propia naturaleza, como sucede en la batalla de Lápitas o, por el contrario, convertidos en profesores, como el centauro Quirón.
Este híbrido hombre-bestia ha llevado a muchos escritores a tratarlos como seres liminales, apresados entre dos naturalezas, e incorporados a mitos donde se revela tal contradicción, aunque también se los ha interpretado como encarnación de la propia naturaleza, como sucede en la batalla de Lápitas o, por el contrario, convertidos en profesores, como el centauro Quirón.
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